La verdad es que está entretenido esto de escuchar las tertulias bolísticas de los lunes. Que yo sepa, hay dos. En una hablan un poco de bolos y un mucho de variopinta opinión. Digamos que es opinión disfrazada de bolos. En la otra hablan de bolos con pinceladas de opinión.

Reconozco que me veía obligado a escuchar la primera, pero ha llegado el momento de cambiar la prioridad. Y es que se les acabó la opinión. Se dedican a repetir los mismos argumentos, se contradicen a sí mismos, dicen una cosa y la contraria. Y como el tiempo es el que es y además es finito, creo que estará mejor aprovechado si lo dedico a la segunda, a la que hablan de bolos, con alguna pincelada de opinión. 

Luego, si me da tiempo, escucharé a los que intentan hablar de bolos, pero se aburren enseguida. Y, escuchando a los que hablan de bolos, el otro día se detuvieron en hablar de una persona que, bajo mi punto de vista, es uno de los mejores activos que tenemos en los bolos. Y fieles a la mezquindad que impregna nuestro juego, tratamos de hacerle a un lado y no aprovechamos ni el 10 por ciento de lo que podemos obtener de él.

Es una persona que si no existiera tendríamos que inventarla. A unos les caerá bien y otros no lo tragarán. Suele ocurrir con la gente que no deja a nadie indiferente y él es de ese tipo de personas. 

Yo no voy a valorar su faceta como persona, no es importante en el tema que vamos a tratar, pero sí que voy a dejar claro que es una pena que no haya más como él en los bolos. Y me refiero a su valor personal, porque en su valor como activo estamos todos de acuerdo por mucho que a tantos les joda. 

Y como a muchos les molesta su manera de ser, hacen todo lo posible porque ese valor no se reconozca. Y como no me canso de decir, así nos luce el pelo. Y lo sé porque cuando se saca su nombre, casi todo el mundo tiene un pero. Yo el único pero que puedo tener es no haberle conocido antes. Tardé mucho, me lo crucé con 23 años y desde el primer momento lamenté no haberlo hecho primero. Y hoy, 23 años después, sigo sin entender por qué los bolos no lo han puesto en el lugar que se merece.

Sigo sin entenderlo del todo, pero me acerco bastante a comprenderlo. Reconocer su valor implica, para muchos, tener que aceptar su propia mediocridad. Y como en otras facetas de la vida, en los bolos eso es impensable, porque reconocer el valor de otro implica aceptar su superioridad en ese área determinada. Y ay amigo… En los bolos queda muy poca gente capaz de hacer eso

Para el que a estas alturas no haya adivinado a quién me refiero, lo nombro: Toño Gómez, Don José Antonio Gómez Núñez, el mejor maestro de bolos. Porque no es un simple monitor, ni tan siquiera un profesor, es un maestro. 

Toño gomez, maestro de bolo palma

 

Monitor puede ser cualquiera, profesor algunos menos. Pero maestro en el más amplio sentido de la palabra, los contamos con los dedos de la mano. Y en los bolos, tenemos la suerte de tener a Toño. ¿Y qué hacemos con él? Tratarle como un monitor más. 

No aprovechamos todo lo que pueda aportar a los bolos y cuando no esté, lo lamentaremos. De momento, ahí le tenemos como un monitor más. Permitidme el símil futbolístico, pero seguro que nadie entendería que Messi o Ronaldo fueran porteros. Y ahí tenemos a nuestra figura bregando en labores defensivas.

Sé que nada de lo que pueda decir servirá para que esto cambie, pero como me parece injusto callarme, pues opino, como siempre, lo que me sale de las entrañas. Toño no es un monitor más. Toño tiene unas capacidades innatas para transmitir nuestro juego. Si las farolas tuviesen brazos, Toño las haría jugar a los bolos, porque es muy capaz de hacer jugar a los bolos a cualquiera. Y esa capacidad está desaprovechada. Toño debería ser reconocido como maestro bolístico y debería ser una pieza esencial en la formación de nuevos monitores. 

Esto no es la primera vez que lo digo. Algunos, con la capacidad de lograrlo, ya me lo han oído decir más veces. En el pasado y en el presente. Pero Toño no les caía bien y desde la mezquindad no pueden dar ese reconocimiento a alguien que no te cae bien. 

Y lo dije hace 15 años y lo dije hace 15 meses. Y lo digo ahora y lo repetiré en el futuro. Toño debería ser el máximo responsable de la formación de los nuevos monitores. Debería ser el director de la escuela de monitores, porque si tan solo absorbieran el 10 por ciento de lo que Toño puede aportar, nuestros futuros monitores serían mucho mejores y con suerte encontraríamos recambio para él.

Pero siempre me he topado con la misma pared. Es que Toño… y esa incapacidad de los que toman las decisiones de ser objetivos me enciende muchísimo. Pero no puedo cambiarla, así que hay que aceptar que nunca lo reconocerán. Toño jamás será puesto en el lugar que merece y los bolos lo pagarán. Todos le encuentran algún pero, eso lo hacen muy bien. Incluso te reconocen que tienes razón. Pero es que Toño… Cretinos. 

Un líder no puede ser tan mezquino. Debe poner al frente de cada área a los mejores. Cueste lo que cueste y por muchos sapos que tenga que tragar. Es su responsabilidad como dirigente que todo funcione de la mejor manera posible. Y para eso, los mejores son imprescindibles. Por mucho que no los tragues. Para mí es de sentido común, pero el orgullo y la envidia son muy malos consejeros. 

Los mejores despiertan envidia y siempre aparece un pero que impide que aquellos que lo merecen ocupen el lugar que les corresponde. Y tenemos a las estrellas jugando de porteros. Y esto no solo afecta a Toño. En poco tiempo también perderemos la oportunidad de que el resto de ases de la baraja transmitan su sabiduría y experiencia a los futuros monitores.

Y así, los futuros monitores serán cada vez peores, nuevamente de sentido común. Y habremos perdido la ocasión de que Toño, Mosquera, Campillo y Gandarillas pudieran transmitir todo lo que saben, porque somos así de cretinos y medimos a las personas por lo bien o mal que nos caen. 

No me cansaré de decirlo hasta que sea demasiado tarde. Probablemente ya lo sea. Tampoco podemos tener mejores dirigentes, tenemos los que nos merecemos. Es triste, pero nadie dijo que la realidad tenga que ser alegre.

Si no fuera imposible, diría que Serrat se inspiró en los bolos cuando escribió Pueblo Blanco. Yo por mi parte solo puedo terminar dando las gracias a Toño por lo personal y por todo lo que ha aportado a los bolos. Es una pena que mis hijos se vayan a perder a tan gran maestro. Pero tengo claro que nunca les meteré en una bolera por obligación.

Y lo mismo para el resto de ases: Mosquera, Campillo y Gandarillas. Los bolos nunca os reconocerán el verdadero valor que tenéis ni todo lo que podéis aportar. Quizá con los dirigentes del siglo pasado esto no habría ocurrido. Pero como dice otro veterano, no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.

Toño Gomez bolo palma Cantabria

 

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