En economía se define el exceso de capacidad como la situación en la que una empresa produce un producto o servicio que supera la demanda del mercado. Esto puede suceder porque el producto o servicio ya no es atractivo para el consumidor o porque el número de consumidores de ese producto o servicio ha caído. Hasta aquí creo que se entiende bastante bien. 

Si tú ofreces un producto muy específico para unos pocos consumidores, corres el riesgo de que, a nada que pierdas un puñado de esos consumidores, te encuentres con un exceso de capacidad. Si ofreces un producto o servicio con muchos sustitutivos, corres el mismo riesgo y no puedes apuntar con una pistola a los consumidores para que escojan tu producto o servicio. El mercado es lo que tiene. 

Creo que ya se adivina a donde quiero llegar. Pero por si acaso, vamos a eliminar las comparaciones. Los bolos están en un exceso de capacidad descabellado. Son un producto muy específico con muchos sustitutivos. Fastidia reconocerlo, pero es la realidad. El reloj de los bolos se detuvo allá por el Mundial de México 86 y desde entonces, más o menos, llevamos haciendo trampas al solitario.

Por ello, los bolos cuentan con un exceso de capacidad y es uno de los peores desastres que le pueden ocurrir a una empresa. Porque un exceso de capacidad supone tener recursos ociosos que no producen y que significan un coste todos los meses. Toca soltar lastre, aunque fastidie. 

Y ahora tenemos un ejemplo muy fresco que nos viene al pelo. Los Campeonatos de España son un ejemplo muy válido para ilustrar lo que estamos hablando. Vamos a poner, como siempre, números encima de la mesa. 

Campeonato de España de tercera categoría. Más de 500 licencias y 28 jugadores tomarán parte el próximo sábado 27 de agosto en la bolera de la Peña Bolística Monte Corona, para optar a llevarse el título. Un 5,6% de los jugadores de tercera tienen plaza. ¿Y si aplicamos ese porcentaje a otras categorías?. 

Pues nos encontramos con que el Campeonato de España de primera lo disputarían cuatro jugadores. El femenino, con sus 55 licencias, estaría integrado por tres jugadoras. En el  de segunda categoría, con 90 licencias, le corresponderían seis jugadores, a veteranos, siete y a la 4ª categoría, casi nueve plazas.

Y sin embargo, prácticamente la mitad de los jugadores de Primera disputan el campeonato cada año. El 30% de las féminas también lo hacen. Y excesos de capacidad vemos en todas las categorías. ¿Y si aplicamos el porcentaje de las féminas a la tercera categoría? El Campeonato de España lo deberían disputar 150 jugadores. 

Seguro que alguien lo escucha y le parece bien, porque a todo el mundo le parece bien que cuanta más gente juegue un campeonato, mejor. Error, grave error. Un exceso de capacidad como los que tenemos en los campeonatos de todas las categorías es un error mayúsculo. Principalmente por dos motivos: 

  • Primero, porque obviamente, a mayor número de jugadores, mayor coste del campeonato y no solo por el montante de las dietas correspondientes, sino porque hace falta que más gente, durante más tiempo se ocupe de la organización.
  • Segundo, porque estamos devaluando los campeonatos, casi cualquiera puede disputarlos y así, por beneficiar a un puñado, nos cargamos el campeonato. Los excesos de capacidad salen más caros de lo que parecen, porque estamos haciendo campeonatos más largos y más aburridos.

Y ojo, no solo los nacionales. En los regionales también cometemos el mismo error. Por narices, todos los campeonatos los tienen que jugar 16. Da igual que ni siquiera haya 16 licencias. Por decreto, son 16 los que juegan en el campeonato. Os invito a hacer un ejercicio de independencia y mirar el circo desde fuera, porque precisamente eso parece desde fuera, un circo. 

Contadle a cualquiera que en vuestro deporte, el mero hecho de tener licencia, da derecho a jugar los campeonatos. Pensará que le estás contando un chiste. Y es que suena a chiste que a un campeonato regional se asista solo por tener licencia. Ni siquiera la excusa me vale en categorías menores. 

Atrás quedaron los buenos tiempos en que podían tener sentido los 16 participantes. Convendría poner orden, empezando por ciertos campeonatos nacionales que se supone deberían ser atractivos y competidos porque señalan a los mejores jugadores y jugadoras. Después dejemos de contar chistes y pongamos un poco de cordura, toda vez que el café para todos no sale precisamente gratis. Así que sería recomendable reducir a la mitad la participación en los principales campeonatos nacionales.

 16 en primera, 20 en segunda, 28 en tercera y ocho en el resto. Los ocho mejores. Una tarde en la bolera y que gane el mejor. No es tan solo el ahorro que eso supone. Pero tratemos de mirar un poco más allá. Así sería mucho más fácil conseguir la vieja reivindicación de que más categorías disputarán sus campeonatos nacionales en la Semana Bolística. 

Y eso que sigo pensando que el Nacional Infantil de 2021, fuera de la semana bolística, fue un gran acierto. Los chavales disfrutarán de un ambiente excepcional en una bolera repleta de gente. Tuvieron el protagonismo que merecían y que una semana bolística jamás podrá volver a darles. 

Pero llegaron los puristas con el cañón y aplicaron la misma receta que lleva años sin funcionar. Si el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, el bolístico tropieza 25 e insiste hasta romperse el cráneo. Y como lo que nos sobran son piedras para tropezar, no les van a faltar oportunidades de seguir rompiéndose la cabeza.

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